El artículo explora cómo se culpa a la inteligencia artificial (IA) de la creciente precariedad en el mercado laboral, especialmente en los sectores de bajos sueldos. Los trabajadores que antes realizaban tareas sencillas se enfrentan ahora al riesgo de ser sustituidos por la IA, mientras que las políticas públicas eficaces para proteger y formar a estos profesionales siguen siendo escasas. La autora subraya la necesidad de replantearse el impacto de la IA en el trabajo y dar prioridad al bienestar de los trabajadores para evitar un futuro de inestabilidad económica y desigualdad.
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