La megabanda criminal venezolana conocida como el Tren de Aragua ha establecido un sistema de extorsión en Lima, Perú, dirigido a trabajadoras sexuales, principalmente migrantes venezolanas. Exigen pagos semanales bajo amenaza de violencia o muerte, como en el caso de Paulina, quien fue obligada a pagar cuotas para poder seguir trabajando. La falta de regulación del trabajo sexual en Perú y la ineficacia de las autoridades han permitido que estas prácticas continúen impunemente. Las víctimas, temiendo represalias, a menudo no denuncian, perpetuando así el ciclo de abuso y explotación.
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